¿Adónde nos lleva todo esto?

—¿Dónde vamos?

Mirada incrédula. —Pues a [completad con cualquier destino como por ejemplo IKEA, de cañas o a tu casa].

-¿Adónde nos lleva todo esto?

Esta conversación bien podría haberse dado hace unos meses entre yo y mi amigo Dani, que ahora anda por Lund, Suecia. (-Oye, será «entre mi amigo Dani y yo», no? -¿Qué pasa? ¿Que yo no estaba?) Siempre que me montaba en su coche empezaba a toquetear todos los botones del salpicadero y le preguntaba dónde íbamos. Él contestaba y yo, ignorando la respuesta le respondía «¿Adónde nos lleva todo esto?».

Era día 1. El primer día del año y con el sol que hacía era un auténtico delito coger el autobús. Así que armado con buena música y la cámara me fui a inaugurar el año con un paseo. Seguro que hay otras maneras mejores de darle la bienvenida al 2011. A bote pronto se me ocurren un par, como por ejemplo despertarse y ver que te han traído el desayuno en la cama junto a un par de ibuprofenos, pero es lo que hay.

Sin saber exactamente hacia dónde me dirigía, acabé encontrando un parquecito al lado del Lake Union. Más que un parque, era una pequeña zona verde. No llegaba ni a borrador de parque. Pero es uno de esos rincones que tienen un encanto especial y no sabes decir por qué. Lo atravesaban unas antiguas vías de tren y a un lado habían unos buzones que supongo serían de las casas que había al lado del lago. Un escenario cuando menos curioso.

Y allí plantado, mirando las vías de tren, me di cuenta que empezaba un nuevo año, un nuevo viaje que vete tú a saber dónde coño nos dejará. Se me ocurrió mirar el billete y estaba en blanco. Y aunque seguramente me tropiece con todas y cada unas de las traviesas de la vía (no, no me canso de equivocarme) no me tocará otra que levantarme y seguir andando sin quitarme de la cabeza la maldita pregunta: ¿Adónde nos lleva todo esto?